Un Cuento Conocido



Voy a contarles una historia muy antigua y que se sigue repitiendo hasta el día de hoy.

Un prospero hacendado pagaba a sus inquilinos con lo que le sobraba de las cosechas. Pero un día considero en que a sus trabajadores con lo que les quedaba de la cosecha casi igualaban lo que al él le correspondía. Un año en una cosecha de cereal trajo unos sacos más grandes que los que habían ocupado en el año anterior. Pero encontró que a pesar de haber mejorado considerablemente sus ganancias la porción de los inquilinos era demasiado grande, según su criterio. Observo que los sacos para papas que sus inquilinos guardaban de las cosechas anteriores eran más grandes y pensó en cambiarlos. Dijo a su capataz –No subas lo sacos a la carreta todavía y diles a los inquilinos que me llevare los sacos viejos de pita para cambiarlos por sacos nuevos. Además diles que se vallan temprano-. Los inquilinos hicieron lo que mando el patrón y se retiraron. El capataz y dos hombres de confianza traspasaron el contenido de los sacos y los llenaron, a los inquilinos solo les quedo el rastrojo. Al darse cuenta de esto los hombres decidieron hacer el viaje durante la noche con la intención de que los inquilinos no se dieran cuenta del engaño. Se dieron tanta prisa que no se percataron que los sacos estaban rotos y en medio de la noche regaron el camino con cereal.
Mientras tanto ya en casa el hacendado mandaba a construir nuevos almacenes, y se jactaba de su astucia y de la ingenuidad de sus inquilinos. Cual fue su sorpresa al ver su preciado y fraudulento cargamento reducido a unos pocos sacos casi vacíos de cereal.
El capataz y los dos hombres huyeron despavoridos en medio de los gritos del hacendado, mientras afuera de la casa patronal les esperaban con sendos estoques un grupo de indignados inquilinos.


Del mural de CIC

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